Es común escuchar la frase "me bajaron las defensas por los nervios", pero ¿cuánto hay de cierto en esto? La ciencia (psiconeuroinmunoendocrinología) ha demostrado que el sistema nervioso, el endócrino y el inmunológico están en constante diálogo.
El Cortisol: Enemigo silencioso
Cuando estamos estresados, nuestro cuerpo libera hormonas como el cortisol. En situaciones de peligro inmediato, esto es útil. Pero cuando el estrés se vuelve crónico (preocupaciones laborales, familiares o económicas constantes), los niveles elevados de cortisol comienzan a suprimir la eficacia del sistema inmunológico.
Esto provoca que:
- Se reduzca la producción de linfocitos (células de defensa).
- Seamos más vulnerables a infecciones virales (resfríos, herpes).
- Se reactiven condiciones inflamatorias o autoinmunes.
- La recuperación de enfermedades sea más lenta.
Cuidar la mente para cuidar el cuerpo
Fortalecer las defensas no se trata solo de vitaminas. La salud mental es un pilar fundamental de la inmunidad. Algunas estrategias clave incluyen:
- Higiene del sueño: Dormir bien es reparador para el sistema inmune.
- Espacios de palabra: La psicoterapia ofrece un lugar para tramitar la angustia y reducir la carga de estrés psíquico.
- Actividad física: Ayuda a reducir los niveles de cortisol.
En el C.I.C. trabajamos de manera interdisciplinaria porque entendemos que no somos un cuerpo aislado de nuestras emociones.